viernes, 29 de enero de 2010

Siempre hacia delante.

Problemas.

A veces nos asaltan, nos rodean. Nos machacan. A veces todo es negro. A veces no podemos controlar las cosas, por mucho que procuremos tenerlo todo en nuestra mano.

A veces parece que no hay salida, que nuestros esfuerzos son vanos, que tropezaremos siempre en la misma piedra... y eso nos hunde. Nos hace creer equivocadamente que no hemos avanzado nada. Y caemos.

Pero entonces me recuerdo porqué sigo siempre hacia delante. Por qué vuelvo a levantarme con el alma desgarrada, con los músculos agarrotados, con el ánimo por los suelos.

Porque hay un cambio. Porque esos golpes tardaron más en derribarme que la última vez. Porque la próxima vez, tardarán más en hacerlo que esta. Y la siguiente, aún más que la anterior. Porque el ser humano es capaz de todo, y siempre vuelve a curarse. Se fortalece y aprende.

Porque es muy fácil darse por vencido, y a mi me gusta lo difícil. Porque no hay reto en dejarse vencer, pero sí lo hay en errar y aprender del error. Porque es una lección que debe ser extendida, aprendida y jamás olvidada.

Porque, harto de mirar hacia atrás, hacia aquello que ha pasado y no volverá, hacia la calidez, hacia la comodidad, decidí mirar hacia el horizonte. Hacia la oscuridad, hacia lo frío, hacia lo inexplorado, abriendo paso para los que vinieran detrás. Y así fue como encontré la luz más preciosa, cegadora y radiante que haya visto nunca antes, y que no habría encontrado de otra manera.

Y es que los seres humanos crecemos persiguiendo la silueta de aquellos que consideramos grandes maestros, y a veces, sin darnos cuenta, nosotros mismos resultamos ser esa silueta que otros buscan.

Y cuando tienes esa responsabilidad, merecida o no, debes estar a la altura, ¿verdad?


miércoles, 20 de enero de 2010

Historia de un Samurai.

Encontré por casualidad esta interesante historia navegando por internet, y debido a la temática que trata, me ha recordado a nuestro compañero Jose, que muchas veces publica cosas del estilo. Por eso he decidido dedicarle esta entrada al samurai cuya sabiduría siempre sabe ayudarnos a encontrar el camino. Espero que os guste a todos.

"Cerca de Tokyo vivía un gran samurai, ya anciano, del que se decía aún poseía una técnica infalible capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierto día, se hizo eco la noticia de que andaba por el distrito un guerrero conocido por su falta de escrúpulos y mala educación, famoso por sus provocaciones a la hora de combatir. Él utilizaba esta técnica para hacer despertar la rabia en el rival, que se lanzaba con un ataque encolerizado, y así contra-atacar con una fulminante técnica que había entrenado durante varios años gracias a sus extraordinarios reflejos. Se decía que jamás había perdido una batalla. Sabiendo de la fama del anciano samurai, se dirigió al dojo para retarle en un duelo, vencerle, y así lograr aumentar su reputación.

Cuando llegó, a pesar de la negativa de los alumnos, el maestro aceptó el duelo. Ambos permanecieron preparados, en posición, con la mano rozando la empuñadura del sable, cuando el guerrero comenzó a vociferar todo tipo de insultos. Durante horas permaneció lanzando improperios, e incluso mentando a los ancestros del samurai. Inclusó arrojó algunos restos que llevaba encima en su dirección. Sin embargo, el anciano permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiendose exhausto y humillado por tal reacción, el guerrero se retiró cabizbajo.

Los alumnos, desilusionados por que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones sin mediar palabra, le preguntaron:

- Maestro, ¿Cómo pudo soportar esa falta de dignidad? ¿Por qué no usó su espada, aún a sabiendas de poder ser derrotado, en vez de mostrarse cobarde ante su rival?

A lo que el maestro, preguntó respondiendo:

- Si alguien llegara a vosotros con un obsequio que no aceptais, ¿a quién le pertenece finalmente ese regalo?

- Pues... a quién intentó entregarlo. - Respondió uno de los alumnos.

- Lo mismo vale para la envidia, la rabia o los insultos. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo."

sábado, 16 de enero de 2010

Algo que jamás debemos perder.

Se dice que el bambú japonés posee una capacidad de crecimiento nada común. Una vez sembrada la semilla, debe ser abonada y regada con constancia. Durante los primeros meses no se atisba ningún crecimiento. De hecho, hasta pasados siete años, no ocurre prácticamente nada. Un cultivador experto dudaría de la fertilidad de las semillas.

Sin embargo, pasados esos años, la planta crece hasta treinta metros en apenas seis semanas. Pensar que crece en tan sólo seis semanas parece absurdo, y realmente lo es. El bambú tarda siete años y seis semanas en desarrollarse. Aunque parezca inactivo, en realidad está desarrollando bajo la tierra un complejo entramado de raíces que va a permitirle crecer fuerte y flexible, y sostener el crecimiento que tendrá en un futuro.

Se dice que cuando una persona está viva, es blanda y flexible, como el bambú. Cuando está muerta, se vuelve dura y rígida. Cuando una planta está viva, es blanda y tierna. Cuando está muerta, se vuelve marchita y seca. Por ello, lo duro y lo rígido son compañeros de la muerte; lo blando y lo flexible son compañeros de la vida.

Éste es el tao del aikido.

Un vendaval es capaz de abatir a un tronco de árbol, pero no a una caña de bambú. Mientras que la madera se quiebra, la caña se vence. Cuando el vendaval pasa, el bambú recupera su forma. Esa filosofía debemos tomar.

Actuar ante la vida, ante las derrotas, como el bambú. Crece con paciencia y determinación, fortalece tu base, porque el aprendizaje da sus frutos, aunque a veces nos parezca un avance imposible. Y si recibimos un golpe en la moral, que este nos agite o nos doble, pues somos humanos, pero que, inmediatamente después, recuperemos la forma, y volvamos siempre a dar el máximo en primera línea. Nos lo debemos a nosotros mismos. El ánimo, la motivación, son algo que jamás debemos perder.

domingo, 3 de enero de 2010

Año nuevo.

Ahora que comenzamos un nuevo año y finaliza otro, nunca está de más proponerse nuevos retos, tanto a nivel marcial como físico o mental, que nos impulsen un poco más hacia nuestras metas. Y qué mejor momento que éste, recién terminada la "época de cenas" navideña, en la que nos descuidamos por toda esta cultura gastronómica que existe en España.

Aprovechando el momento, creo que resultará interesante hacer una reseña sobre nutrición que nos ayude tras estos días de descontrol. No se trata de una dieta en términos propios, es más una serie de pautas y métodos para seguir una alimentación más sana y equilibrada.

En primer lugar, vamos a explicar algunos conceptos esenciales de forma general:

Proteínas: Su consumición es esencial ya que prácticamente todos los procesos biológicos dependen de la actividad de estas moléculas. Aproximadamente el 15% de las calorías que tomamos debe proceder de las proteínas. Alimentos que contienen proteínas: Huevos, lácteos, (leche, queso), carne (pollo, ternera o pescado).

Hidratos de carbono: Aportan energía y su consumición es esencial, ya que constituyen la principal fuente de combustible del deportista. Cuando se agota esta fuente, es imposible realizar ejercicios de alta intensidad, y puede conducirnos a la fatiga. Un 75% de las calorías que tomamos debe proceder de los hidratos. Alimentos que contienen hidratos: Pan, pasta, arroz, cereales, patatas.

Fibra: Regula los procesos intestinales, y lo más importante, es uno de los elementos cuya ingesta previene de gran número de enfermedades (a pesar de que es contraproducente la toma de un excedente de ésta). Alimentos con fibra: Verdura, legumbres, cereales (sin harina blanca refinada), frutas.

Grasas: A pesar de lo que la gente piensa, la ingesta de grasas no es contraproducente si está controlada. Ayuda a saciar el apetito antes, y mejora los procesos cerebrales aportando grasas necesarias. Eso sí, debemos evitar en medida de lo posible las grasas saturadas , hidrogenadas y grasas trans, que son difíciles de eliminar del organismo. El aporte de grasas en una dieta no debe ser superior al 10% de las calorías que tomamos. Los alimentos más grasientos son dulces (helados, bollos, chocolate), lácteos (mantequilla, queso), los embutidos o los snacks (patatas fritas y demás).

Partiendo de ésta base, vamos a realizar 5 comidas al día.

Se trata de comidas relativamente ligeras, comeremos hasta perder la sensación de hambre y no hasta llenarnos. Así evitamos el excedente de calorías (que son las que generan grasas, provengan de donde provengan) y conseguimos un aporte constante de energía que nos permite no decaer a lo largo del día. El tema es que, de las cinco comidas, por lo menos dos sean fruta, legumbres, verdura o cereales.

Lo ideal sería:

- Desayuno: Cereales (o tostadas) con leche (cuidado con los lácteos que la mayoría tienen más grasas de lo que parece) y yogur.

- Almuerzo: Un sandwich de atún, salmón, pavo, jamón york... Sino, algo de fruta (una manzana, una pera o un plátano si vamos a hacer ejercicio más tarde).

- Comida: Un plato que contenga arroz y/o pasta, un filete (ternera, pescado o pollo, lo tomamos como queramos). Reducimos la consumición diaria de pan (sin contar con los sandwiches que tomemos) a un panecillo, preferentemente que sea consumido en éste momento.

- Merienda: Preferentemente algo de fruta (mandarinas, peras, manzanas). Sino, un sandwich, como se ha comentado antes. Yo dejaría los sandwiches para la mañana y la fruta para la tarde, a menos que hagamos ejercicio por la tarde y necesitemos aportes energéticos.

- Cena: Ensalada (si es posible que tenga queso fresco, atún, tomate... lo típico, vamos) con un filete de pollo, ternera o pescado (mejor a la plancha). Nunca tomaremos hidratos en la última comida del día, ya que no necesitamos más energía. Como no vamos a quemarla, se acumularía en forma de grasas.

Cenando algo ligero, y a ser posible con fibra, permitimos al cuerpo digerir los alimentos de forma más adecuada y sana, nos levantaremos con apetito y sin sensación de habernos llenado.

Para finalizar, según unos estudios, los lácteos necesarios a lo largo del día son aproximadamente lo correspondiente a 50gr. de queso, dos yogures y un buen vaso de leche. Además, un vaso de vino diario activa nuestro metabolismo y permite quemar energías más rápido de lo normal.

Evitaremos los dulces y grasas en medida de lo posible. En general, prácticamente todo lo que nos parece grasiento seguro que realmente lo es. Que no sean contraproducentes no significa que demos paso a excesos, que conste que el porcentaje diario en grasas lo solemos cumplir con una dieta normal. No obstante, yo personalmente uno o dos días a la semana hago la comida que me apetezca, o me doy un pequeño exceso, ya que de vez en cuando no hay ningún problema. La vida está para vivirla y tampoco vamos a condenarnos.

Hay que tener cuidado también con los refrescos, que aportan grandes dósis de azúcar (más aún en verano, con el calor, que consumimos más...), lo que no es nada beneficioso. Procurar estar siempre bien hidratados: beber mucho, mucho agua, es lo que permite a los músculos recuperar la energía con la mayor presteza posible.

Por otro lado, sería conveniente adaptar la hora de las comidas a nuestros entrenamientos (si es posible). Es adecuado realizar una comida que aporte proteínas e hidratos (unos 50gr.) alrededor de una hora antes y una hora después de realizar ejercicio.

A primera vista puede parecer complicado seguir al pie de la letra tanto consejo, pero en la práctica tampoco es para tanto. Si combinamos éste seguimiento con un buen entrenamiento, aquellos que quieran perder peso y sentirse más en forma verán sus esfuerzos compensados, además de estar más despiertos a lo largo del día y con mayor energía.

La próxima entrada sobre nutrición será con respecto al efecto del alcohol sobre el deporte.

Un saludo, ¡y felíz año nuevo a todos!