domingo, 14 de noviembre de 2010

La piedra lunar

Existía en su día el rumor de que las estrellas fugaces que caían a la tierra eran fragmentos mágicos procedentes de la luna. Se decía que poseían la cualidad de cumplir todos los deseos de aquel que la obtuviera.

Un día, un joven caminó durante días ascendiendo hasta la cumbre de una montaña, donde se decía que vivía un gran maestro capaz de convertir a sus alumnos en los más poderosos hombres que existían en la tierra. Cuando el joven llegó por fin, éste le rogó al maestro que le adiestrara. Decía querer ser el más fuerte, el más hábil, el más sabio y el más diestro que el mundo hubiera conocido nunca. El hombre accedió, pero sólo si lograba traerle un fragmento de las estrellas fugaces que habían caído esa misma noche desde el cielo.

El joven, lleno de voluntad y motivación, comenzó su búsqueda incansable recorriendo el mundo. Peleó contra fieras, pasó noches en la intemperie, cruzó ventiscas, atravesó vendavales, conoció gente, culturas, lenguas y tradiciones; hizo amores y muchos más amigos. Obtuvo conocimientos, experiencia; pero también observó el pesar y la pobreza que asolaban el mundo. Tras mucho tiempo, durante su búsqueda, halló un cráter. Finalmente había obtenido la piedra.

Recorrió el camino de vuelta hasta la morada del gran maestro. Cuando entró por la puerta ya no era aquel joven que tiempo atrás lo había visitado: se había transformado en un hombre fornido y atlético, con la piel dura como el cuero, pero con un corazón cuya bondad lo rebasaba y poseedor de una sabiduría sin límite. Se postró de rodillas al maestro, que ya era anciano, y le ofreció la piedra. "Aquí tiene la piedra, maestro", dijo. Entonces el maestro tomó entre sus manos las del joven, devolviéndole la piedra. "Entonces no tengo nada que enseñarte. Aquello que buscabas con tanto anhelo ya es tuyo".

sábado, 23 de octubre de 2010

Mokusô

Un túnel se extendía ante mí. En él reinaba la más absoluta oscuridad, y la simple idea de saber dónde me encontraba se deducía por la tenue luz oculta al final. Realmente no podía llamarse luz, simplemente era un punto en el que la oscuridad era menos densa. A través de ella, se dibujaban en el aire diversas formas que se transformaban y cambiaban de tono, deformándose y formándose a mi alrededor.

Me concentré más profundamente. Varios sentimientos se cruzaron en mí. Esperanza, pena, alegría, tristeza, dolor. Investigué más a fondo. El túnel era una vía de energía, una de las miles que surcan el cuerpo humano. Seguía las rutas a toda velocidad buscando algo. Había algo en mi interior pudriéndome, y la única manera de encontrarlo era buscar desde dentro.

Los canales entraban en cada parte del cuerpo nutriéndolos de energía, viajando a través de cada músculo, cada fibra. Nada parecía estar fuera de lugar, estaban sanos y fuertes. Pero había algo que estaba mal. Seguía navegando por el flujo cuando entonces, lo encontré.

Un agujero profundo. La energía no podía llegar a él, sólo rodearlo. Era un pozo negro y profundo de la nada más absoluta. Todo el tejido que delimitaba con el agujero se encontraba sin fuerza, sin vida. A pesar de no poder entrar en él, las emociones que emanaba decían de su origen. Ahí antes había algo, algo que yo no tenía pero que me fue entregado y mi cuerpo hizo parte de si mismo, hasta formar parte de mi vida. Ahora su carencia me consumía por dentro infectándolo todo. Entonces caí.

Era ella. Era la vida que llevaba, las costumbres que había adquirido, lo que había aprendido y me había enseñado. Las llamadas, las risas, las caricias, el perfume de su cuerpo y de sus labios, la esencia de su pelo cuando duerme cerca de mí, las noches interminables a su lado. Los recuerdos, el amor. ¿Dónde estaba todo aquello? Mi cuerpo había hecho de ello un órgano más del que se servía para vivir. Y ahora, sin él, el resto estaba muriendo lentamente.

A través de los canales, traté de mandarle energía positiva, voluntad. Fuerza. Envié un sentimiento de esperanza, de que quizá se llenaría de nuevo algún día. No daba señales. Traté entonces de aislarlo, como cuando se veda una zona para que no dañe al resto, aunque siga ahí. No era la solución, pero funcionaba. El problema es que no quería desaparecer, sino recuperar aquello que antes lo llenaba, aquello que antes lo nutría desde dentro y le daba toda la fuerza del mundo. Fue en ese momento cuando el que se negó fui yo.

A medida que recuperaba la consciencia directa, me dí cuenta de que el agujero se encontraba en un lugar muy particular: el corazón. Entonces abrí los ojos.

Me encontraba frente al tatami, solo. La meditación había finalizado.


domingo, 17 de octubre de 2010

Budô

"Desde la noche de los tiempos los hombres han luchado en nombre de los Dioses, pero ¿por qué pelean los hombres? ¿Los Dioses aman tanto la guerra? ¿Están tan ávidos de proezas y lealtad?

No, esa no es la respuesta.

La respuesta está en cada uno de nosotros. Hasta tan lejos como nos sea posible retroceder en la memoria del hombre, rige en nuestro destino y en la vida de todos los seres vivos, se refleja indefectiblemente en nuestros genes; pues el hombre posee el gen de la lucha desde siempre.

Esos genes existen en cada uno de nosotros, y empujan a los más fuertes a luchar, a seguir ese camino jalonado de pruebas enfrentándose a todos los peligros y desafiando a los hombres más valerosos. Ese objetivo que se anhela alcanzar, superándose cada día. Ese camino que trazamos gracias a la fuerza y la técnica de nuestros músculos, encadenando combates y duelos, nos conduce a una verdad oculta en los más profundo de nosotros mismos..."

viernes, 8 de octubre de 2010

La llave de la felicidad.

"El Divino se sentía solo y quería hallarse acompañado, por lo que decidió crear unos seres que pudieran hacerle compañía. Pero cierto día, estos seres encontraron la llave de la felicidad, siguieron el camino hacia el Divino y se reabsorbieron a Él.

Dios se quedó triste, nuevamente solo. Reflexionó. Pensó que había llegado el momento de crear al ser humano, pero temió que éste pudiera descubrir la llave de la felicidad, encontrar el camino hacia Él y volver a quedarse solo. Siguió reflexionando y se preguntó dónde podría ocultar la llave de la felicidad para que el hombre no diese con ella. Tenía, desde luego, que esconderla en un lugar recóndito donde el hombre no pudiese hallarla.

Primero pensó en ocultarla en el fondo del mar; luego, en una caverna de los Himalayas; después, en un remotísimo confín del espacio sideral. Pero no se sintió satisfecho con estos lugares. Pasó toda la noche en vela, preguntándose cual sería el lugar seguro para ocultar la llave de la felicidad. Pensó que el hombre terminaría descendiendo a lo más abismal de los océanos y que allí la llave no estaría segura. Tampoco lo estaría en una gruta de los Himalayas, porque antes o después hallaría esas tierras. Ni siquiera estaría bien oculta en los vastos espacios siderales, porque un día el hombre exploraría todo el universo. “¿Dónde ocultarla?”, continuaba preguntándose al amanecer.

Y cuando el sol comenzaba a disipar la bruma matutina, al Divino se le ocurrió de súbito el único lugar en el que el hombre no buscaría la llave de la felicidad: dentro del hombre mismo. Creó al ser humano y en su interior colocó la llave de la felicidad."

jueves, 23 de septiembre de 2010

Maestro

Cuando entré por primera vez, realicé una profunda y sentida reverencia. Ante mí tenía a un verdadero maestro. Jamás sabré expresar el sentimiento que me invadió en ese momento, pero si tuviera que hacerlo de alguna manera, diría que me sentí ínfimo, enano.

Su físico era poderoso: manos y pies fuertes, espalda ancha y mentón duro. Pero no era el físico lo que imponía, sino otra cosa completamente diferente. Un aura en torno a él. Es como si tu cuerpo reaccionara entendiendo que esa persona es ampliamente superior a tí en muchos sentidos.

Pero, ¿qué es un maestro? Después de todo éste tiempo he comprendido que un maestro es aquel que te adiestra, por un lado, para comprender la técnica de un arte marcial. Por otro, para comprender su filosofía, cultura y maneras, su correcto uso... Y a mi entender, quien no aúna éstas características no lo es. ¿Por qué?

Un maestro tiene un gran poder en sus manos. Un maestro es una figura que los alumnos veneran y siguen, aspiran a llegar algún día a ser como él. Indirecta y directamente, el maestro influye en dos aspectos del alumno:

-Motivación física: Las ganas de superarse físicamente para alcanzar un gran nivel, para combatir con mayor eficiencia o para perfeccionar su técnica.

-Motivación espiritual: La ambición del alumno por respetar la cultura y maneras que hay tras un arte, sus ganas de desarrollar un espíritu fuerte que sirva de base sobre la que se asienten el resto de sus conocimientos.

Cuando un maestro no es capaz de equilibrar ambos aspectos, aparecen deficiencias. Si la motivación física es mayor, el alumno se obsesiona con probar su fuerza y no le importa a qué precio, por lo que se vuelve peligroso. Es importante el entrenamiento espiritual para que el alumno aprenda a controlar su poder. Cuando la motivación espiritual es superior, el artista marcial no crece como tal y sus habilidades no se desarrollan de una manera eficiente, dejando más paso a la teoría que a la práctica, y en el momento de la verdad puede fallar. No es malo tener más motivación en un aspecto que en otro, puesto que es lo que distingue un tipo de guerrero de otro, sino el hecho de que la desigualdad entre ambos factores sea excesiva.

Un maestro que se precie no tiene porqué compartir la filosofía o cultura que predica el arte, pero es su deber diseminarla cuando entrena a sus alumnos para respetar la tradición. Si existe tradición, conducta y respeto en una clase, si existe apoyo, consideración y compañerismo, será lo que el alumno absorba y extienda. Y es que no es maestro el que alardea de su capacidad, sino el que es capaz de expresar sin tener que pronunciarse.

Es por eso que estoy orgulloso del maestro que tengo, y le dedico esta entrada. Sin venerar la cultura oriental la respeta. Es fuerte, pero es humilde. No tiene que demostrarle a nadie lo que puede hacer, pero todos sabemos de lo que es capaz. Pudiendo tenerlo todo, tiene lo que le hace falta. De esa manera lo tiene todo.

Rei.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Agua

La vida se ve diferente cuando las gotas de sudor revientan contra el tatami a cámara lenta. Lanzas un puñetazo, dos, retrocedes, vuelves a entrar y de nuevo otra combinación. Los miembros pesan como si estuvieran anclados firmemente al suelo, los movimientos son mucho más lentos e imprecisos. Entonces otra gota se desprende tras deslizarse por mi cara, y vuelve a caer pesadamente contra el suelo. Ahora sus movimientos cortan el aire, y mis guantes de plomo trazan inconstantes guardias que apenas reducen la fuerza de los golpes.

Oigo de fondo la voz del maestro, puliendo mis movimientos, recordandome formas, reforzándome el ánimo. No me he sentido más torpe en mi vida, y, sin embargo, siento algo dentro que deseaba que volviera a florecer, algo que notaba que se había dormido estos últimos tres meses. Las lesiones es lo que tienen.

Tras una ducha de agua bien fría en los vestuarios, noto cada poro, cada fibra, cada músculo relajándose y comienzando a recibir oxígeno, como si el sudor hubiera acumulado una densa capa de polvo congestionando todas las células de mi cuerpo y sepultándolas. Volvía a respirar de nuevo.

Cuando salgo por la puerta tras despedirme de mi maestro, me pesa el cuerpo y trato de no arrastrar los pies, con un resultado medianamente convincente. La ropa me resulta incómoda, a pesar de la ducha el calor hace que se me pegue y me mueva con dificultad. Nada como un kimono para vestirme. Que curiosa es la vida, de pronto he comprendido que cuando me enfundo mi uniforme es cuando vuelvo a ser yo mismo. Mi ropa de calle no es más que el disfraz con el que trato con la gente.

Es duro volver tras este periodo, pero es como si hubiera nacido de nuevo. Bebo lo que me parecen mares de agua, y tras cerrar la botella y encaminarme al metro, poco a poco empiezo fruncir los labios y se me escapa una risa. Sé que cuando llegue a casa escribiré sobre esto en el blog.

sábado, 31 de julio de 2010

La filosofía del Aikido (Parte III).

Nos despedimos del mes de Julio, y con él del descanso. Para mí ya va siendo hora de volver a los entrenamientos, puesto que he perdido mucho tiempo. Para reiniciar la actividad del blog después de éste mes, vamos a comenzar siguiendo uno de los temas que son más visitados y por los que la gente suele tener más interés, mientras voy preparando las próximas entradas sobre entrenamiento.

A continuación os dejo con otra de las conferencias ofrecidas por el Gran Maestro Morihei Ueshiba, acerca del principio fundamental del círculo, uno de los pilares más básicos de el arte que es el Aikido.

¡Espero que todos esteis disfrutando mucho de las vacaciones!

Conferencia: El principio fundamental del círculo.

"La técnica del Aikido se organiza alrededor de un movimiento circular, puesto que todo conflicto se resuelve a través del espíritu del círculo. Por ello, para la creación de la técnica del Aikido resulta vital la adaptación del cuerpo y la mente al principio del círculo.

Un circulo delimita un espacio determinado, y el ki nace de la libertad perfecta del vacío así creado. Los procesos creadores de la vida se unen por acción del espíritu al Universo infinito a partir del centro del circulo. El espíritu es el creador, el padre eterno del que nacen todas las cosas.

En virtud de este principio, el proceso creador del espíritu es limitado. Dentro de este circulo, el ki del Universo se implica en el proceso de evolución y protección. El movimiento del Karma se inscribe en el círculo del equilibrio, y el Budo del Aikido se inscribe en el de la protección. El circulo del espíritu es el manantial del ki. El principio del círculo une el espíritu a la materia a través del Aikido. Este contiene y crea innumerables técnicas porque encierra todo el ki del Universo. Sin él no podría existir la gloria, la sabiduría, la integridad, ni la posibilidad de unir espíritu y materia. Es más, las funciones de recuperación del organismo dejarían de existir. Esta es la circulación constante de la renovación del Kokyu.

El círculo del espíritu empieza y acaba en la unidad del Universo. El Budo del Aikido emerge del dominio de este espíritu. La esencia de este Budo es abarcar la reacción de causa y efecto así como abordar cada cosa como si uno la tuviese cogida en su mano. Todos tenéis un espíritu y debéis ser conscientes del espíritu que cada ser humano posee. Todo se resuelve a través del principio del círculo. El secreto del círculo es crear una técnica que penetra en el corazón del espacio."

lunes, 28 de junio de 2010

Tiempo de descanso.

Quería tratar dos o tres temas más antes de irme de vacaciones, pero por problemas de tiempo no lo he conseguido. Dentro de un par de días me marcho a la playa y no volveré hasta mediados de julio. Aprovecharé para relajarme, disfrutar y volver a entrenar, ya que tras una lesión que tuve hace un mes no he podido hacer ejercicio intenso. Por ello he preparado un entrenamiento y unos ejercicios de los que hablaré a la vuelta, aunque dudo que escriba nada hasta Agosto (al igual que el año pasado). Seguiré pasandome cuando pueda por vuestros espacios para ver cómo os va e ir comentando.

No quiero cerrar esta entrada sin dedicar unas palabras especiales para la persona que lleva aguantándome todo este tiempo, resignándose mis días de entrenamiento, respetando mi vocación, alentándola y viviéndola conmigo como nadie lo había hecho nunca. Gracias a tí por darme la motivación que me hace superarme cada día. Ahora mismo tienes tus propias batallas, y como tú, aquí me tienes, siempre luchando a tu lado.

Un abrazo muy fuerte, ¡y os deseo a todos unas buenas vacaciones!


lunes, 14 de junio de 2010

La vida en cada sorbo de aire.

Hace tiempo que quería poner una reseña a esta película, sin duda de mis favoritas. Y es que entre los versos del guión podemos encontrar joyas de la filosofía del guerrero. Últimamente no tengo demasiado tiempo para escribir con los examenes, así que aprovecho para dejar este extracto de la película.

Se trata de una conversación entre el Capitán Algren y el samurai Katsumoto. Aunque comenzaron siendo enemigos, los caminos del destino les han unido en la batalla. Pero, finalmente, sus caminos se separan:



Katsumoto La flor perfecta es algo muy raro. Puedes entregarte a la búsqueda de una sola y no habrás malgastado tu vida.

Algren¿Quién envió esos hombres a matarte?

KatsumotoEscribo un poema sobre un sueño que tuve. Los ojos del tigre son como los míos, pero él viene de allende, un mar tempestuoso.

Algren¿Fue el Emperador? O Omura...

Katsumoto Si el Emperador desea mi muerte, sólo tiene que pedirla.

AlgrenAsi que fue Omura...

KatsumotoTengo dificultades para acabar con el poema. ¿Puedes sugerirme un último verso?

AlgrenNo soy escritor.

KatsumotoSin embargo, has escrito muchas páginas desde que llegaste...

Algren¿Qué más te ha dicho Taka?

KatsumotoQue tienes pesadillas...

AlgrenTodos los soldados las tienen.

KatsumotoSólo los que se averguenzan de lo que han hecho.

AlgrenNo tienes idea de lo que he hecho.

KatsumotoHas visto muchas cosas...

Algren – Así es.

Katsumoto Y no temes a la muerte, pero algunas veces la deseas. ¿No es cierto?

AlgrenSi...

Katsumoto Sí, yo también. Eso les pasa a los hombres que han visto lo que hemos visto. Y luego vengo a este lugar de mis antepasados y hago memoria... como estas flores vamos muriendo. Reconocer la vida en cada sorbo de aire, en cada taza de té, en cada muerte que causamos… Ese es el camino del guerrero.

AlgrenLa vida en cada sorbo de aire...

Katsumoto Eso es... Bushido. El Emperador nos concede un salvo conducto para Tokio... partimos mañana.

AlgrenBien...

KatsumotoBien... Cuando cogí esto –Katsumoto le devuelve sus apuntes a Algren- tú eras mi enemigo.


Es una de las escenas más emotivas de la película, reforzada por la maravillosa composición de Hans Zimmer, que pone la música del film.

Como Katsumoto dice, el camino del guerrero es reconocer lo que hace con cada acción, y la repercusión que tiene. Esto es el karma, el equilibrio: Se arrebata la vida de unos para salvar a otros. La mano no tiene que llevar una carga emocional, el guerrero debe estar por encima de eso. Y, quizá, es lo que tanto dolor provoca: saber que aquel que ha vivido y muerto tenía una vida tan valiosa como la de cualquiera, pero símplemente su habilidad ha sido inferior en un momento crucial.

Bruce Lee dijo: "Las batallas de la vida no siempre llegan al hombre más fuerte o más rápido, pero tarde o temprano, aquel que vence es porque cree que puede hacerlo".

En el fondo, la fuerza más poderosa, lo más importante, son las ganas de vivir. Y esto, para mi, se traduce en el amor por los seres queridos y la amistad de los verdaderos amigos.

Y aunque se hable del egoísmo del ser humano, en realidad el ser humano es felíz haciendo cosas por los demás, por su felicidad y por su bienestar.

lunes, 31 de mayo de 2010

Peleando en la calle: Técnica (parte II).

"Es inútil decirle a un río que deje de correr: lo mejor es saber cómo nadar en la dirección en que fluye"

He extraído ésta cita anónima, curiosamente, de un libro de marketing que he sacado de la biblioteca justo hoy. Creo que explica fielmente muchas teorías que he expuesto en éste blog, y encaja perfectamente con el hilo del tema con el que continuaré.

Ésto es una recopilación que he desarrollado y ampliado de distintas enseñanzas que he encontrado en el "Libro de los Cinco Anillos" (Gorin no sho) de Musashi Miyamoto, "El Arte de la Guerra" de Sun Tzu, la filosofía del gotompo (arte del entorno) del Ninjutsu y algunos conceptos del "Tao de Jeet Kune Do" de Bruce Lee.

Muchas personas piensan que la mejor manera de evitar un combate es parecer más fuerte, y es cierto, pero en muchos casos lograrlo se basa en el factor intelectual. Saber "seguir la direccion del rio", o coloquialmente "de qué pie cojea cada uno" nos permitirá en múltiples ocasiones salvarnos de situaciones complicadas. Como decía O-Sensei Ueshiba, la mejor victoria es aquella que se logra sin pelear. Pero en éste caso, nos encontramos con esta inevitable situación. Para lograrlo, analizaremos tres factores; Enemigo, entorno y uno mismo:

· Nuestro enemigo: A nivel físico y psicológico.

¿Cómo es? Si es alguien muy musculado, lo más probable es que sus piernas sean el punto más débil. Está completamente demostrado que el 80% de los culturistas o símplemente personas que acuden a muscularse al gimnasio, apenas trabajan el tren inferior. Por tanto, sus piernas soportan un peso muscular más desproporcionado, favoreciendo lesiones de ligamentos y tendinitis. Aprovecharemos esto, y así mismo, también de sus puntos más débiles: genitales, rodillas, cuello, garganta, ojos, sienes; procurando controlar la zona del impacto y bajo un juicio adecuado. No es un combate justo, pero nosotros no tenemos porqué serlo.

¿Se encuentra en forma? Su musculatura y postura pueden darnos muchos datos. Por ejemplo, si practica algún arte marcial y reconocemos su estilo antes de que comience a pelear, podemos adaptar la técnica para hacerla más efectiva. Si, por el contrario, no presenta una musculatura y es más bien delgado, podemos atacar las costillas y el hígado, golpear los brazos... inutilizarle probando a golpear los puntos más básicos para procurar hacer el mínimo daño pero reducirle.

¿Presenta alguna característica especial? Alguna herida o cojera, sintomas de contusión... Atacaremos en ese punto. Si es de huesos finos o musculatura ligera nuestros golpes impactarán con más fuerza. Por ejemplo: Una persona con las muñecas finas tiene más facilidad de partirsela que otra con las muñecas gruesas. Procuraremos aprovechar estos puntos.

¿Número de oponentes? Cuanto menor sea el número nuestras posibilidades serán superiores, eso es evidente. Es nuestro juicio el que dictará qué hacer según la peligrosidad aparente del rival.

¿Algún factor psicológico? No todo el mundo actúa de forma similar. Si hay más de un rival puede que no todos estén de acuerdo con la actuación del más agresivo, o que alguno se crezca por la presencia de su "lider" pero en el fondo sea un miedoso... Si se da la situación, puede que noquear de un sólo golpe a uno de ellos espante al resto.

¿Llevan algún arma o instrumento? Se trata de vigilar a dónde van sus manos cuando la situación se pone tensa, si alguno está bebiendo una litrona o una lata pueden utilizarla como arma. Si alguno saca una navaja, priorizar la vigilancia de ésa persona.



· Entorno: Es condicionante de manera total, tanto que puede orientar el camino de una batalla a nuestro favor o en nuestra contra.

¿Momento del día? Si hay mucha luz nuestros movimientos, al igual que los suyos, son mucho más perceptibles. Si estamos en la oscuridad o es de noche serán más imperceptibles, lo cual resulta positivo y negativo a la vez, aunque nos ofrece la posibilidad de encontrar un escondite con mayor facilidad si emprendemos la huida.

¿Orientación del sol? Buscar siempre tener el sol a nuestra espalda, para desulmbrar a los oponentes y golpear.

¿Tipo de vía? Si tenemos la necesidad de huir, es mejor hacerlo por calles estrechas y numerosas. Si tenemos una buena velocidad es fácil conseguirlo, si no, siempre podemos "simular" nuestra huida. No todo el mundo corre a la misma velocidad, por lo que podemos golpear al primero que llegue y seguir corriendo. Eso o buscar un lugar donde podamos enfrentarnos uno a uno a nuestros oponentes.

¿Localización? Tener un leve conocimiento del entorno puede ayudarnos: si tenemos cerca una comisaría o un lugar muy frecuentado es muy probable disuadir el combate inevitablemente. Si conocemos el barrio sabremos los puntos débiles y los fuertes que tiene, y por donde meternos para perderles de vista.

¿Algún objeto? Palos, ramas, tubos, botellas, latas, piedras e incluso arena. Podemos utilizarlos para combatir si el combate es desigual o lo consideramos necesario. Para alguien entrenado en kendo, encontrar un tubo de hierro o un palo consistente puede significar vencer un combate contra tres o incluso más oponentes con daños mínimos para ambas partes.


· Uno mismo: Evidentemente, el autoanálisis es la parte más importante.

¿Podemos vencer? Tras el análisis anterior efectuado, decidir si se combate o se huye, o se emprende alguna técnica disuasoria.

¿Nuestra técnica es adecuada a la situación? Si las habilidades que el/los oponentes presentan son reducidas o, por el contrario, muestran signos de ser superiores a las nuestras o estar en ventaja, es un factor que hay que tener en cuenta.

Generar una táctica: Antes de que nuestros rivales ataquen, decidir qué se hace primero si combatimos (neutralizar al más peligroso primero, para continuar con los siguientes). Procurar vencer con el menor número de movimientos posible. Economizar movimientos, enfocarnos en los puntos débiles... Si nos piden la cartera, ofrecerla a la mano que lleva un arma y luego golpear, o golpear una vez vayan a cogerla le resultará algo completamente inesperado.

¿Llevamos algo encima? Las llaves de casa, un kubotani, un bolígrafo o un spray antivioladores pueden ser elementos muy útiles para defenderse. Podemos usar el boligrafo o las llaves como elemento punzante para atacar bajo las costillas, algo bastante efectivo.

Elemento sorpresa: Hay que aprovecharse de él, permanecer en guardia pero sin postura. Alerta. En ocasiones, no desvelar nuestra capacidad es útil. Así podemos atacar por sorpresa cuando piensen tener la sartén por el mango. Hay quien piensa que adoptar postura de ataque amedrenta, pero no suele ser así. En muchos casos sólo se consigue aumentar las burlas de los rivales hacia uno mismo.

Todos y cada uno de nosotros tenemos capacidad de juicio y debemos ser conscientes de lo que podemos y no podemos hacer, y del daño que el ser humano es capaz de infligir a otros, y que uno mismo puede infligir. El uso de éstas técnicas es puramente didáctico, y tenemos que procurar hacer buen uso de ellas.

jueves, 27 de mayo de 2010

Peleando en la calle: Conceptos (Parte I).

Una pregunta que nos hacemos constantemente, y cuyo tema ya ha sido tocado en este blog más de una vez, es ¿es útil lo que aprendemos? Normalmente con esto nos queremos referir a si "en la calle sirve". Un practicante está condicionado básicamente por dos cosas: su técnica y su capacidad, y a partir de ahí podemos establecer un análisis.

Su técnica determina la efectividad objetiva del arte que practica, y a qué nivel funciona. No es lo mismo un practicante de judo que uno de karate, o de taekwondo. Cada uno tiene su rango de acción: El judoka trabajará a corta distancia y el karateka nunca dejará que un adversario pueda acercarse. Por otro lado tenemos el bagaje técnico de que dispone, puntos positivos y negativos: si un judoka realiza un agarre es letal, pero un karateka que golpea eficientemente no necesita un segundo golpe para tumbar a su oponente.

Por otro lado, la capacidad: El tiempo que tarda el cuerpo en adaptarse a las técnicas y en absorberlas. La capacidad varía en función de la habilidad, que en cada ser humano es distinta. Hay gente con mucha facilidad para aplicar técnicas, gente provista de muy buenos reflejos; al igual que hay gente que tarda años en absorber un solo concepto. Desde aquí decir que mucha gente se desespera observando cómo sus compañeros evolucionan más rápido (o al contrario). Ésto no tiene nada de malo, pues cada uno tiene su ritmo y es como es. El entrenamiento siempre da sus frutos. La paciencia es un don.

Determinados estos dos conceptos entendemos que, en caso de encontrarnos en un altercado en la calle, la interconexión de la técnica con la habilidad nos permite discernir qué posibilidades tenemos de salir victoriosos. Evidentemente controlar distintas distancias con diferentes técnicas y tener buena capacidad aumenta estas posibilidades, pero nunca las garantiza, y esto tiene que quedar claro. Sin embargo, un aspecto esencial que entra mucho en juego es nuestra inteligencia (ya sea una situación inevitable o no): nuestra habilidad para resolver conflictos y para persuadir o convencer al adversario, al igual que nuestra astucia para saber detectar puntos débiles o adecuados en estos.

Hay que procurar entender la esencia y forma de ciertas artes marciales: ser tan inocente como para pensar que un rival nos va a atacar exactamente como en clase nos conduciría directamente a la ruina. Entonces, ¿qué es lo más efectivo?

En primer lugar vamos a hablar del factor psicológico.

En la calle nos encontramos con todo tipo de gente, y cada uno reacciona ante los estímulos de manera distinta. Con pocas palabras debemos saber con quién estamos tratando, y es ahí primeramente donde comienza el análisis. Normalmente en la calle nos encontramos con distintos tipos de macarras:

- Los que buscan pelea: Éstos son los más difíciles de tratar. Normalmente interpretan cualquier tipo de frase como una amenaza, o buscan cualquier palabra en ella para llegar a donde quieren llegar. La manera más adecuada de interactuar con ellos es firme, pero sin ser desafiante. Símplemente dar a entender que no tienes miedo, pero no quieres ningún problema. A veces este hecho les sorprende, y al ver determinación muchas veces deciden dejar marchar a su "víctima", aunque como ya he comentado, si buscan pelea no siempre es un resultado seguro. Esta posición es la más estable, de forma indiscutible. Está comprobado que cuando uno se muestra miedoso o nervioso este tipo de personas suele ser más agresiva y violenta.

- Los que buscan pasar el rato: Probablemente querrán echarse unas risas, y más a costa de un pardillo. El atuendo depende mucho en estos casos, y también depende de qué grupo social nos encontremos: Suelen pasar más desapercibidos aquellos que visten normal, sin elementos llamativos y no llaman la atención. Las mujeres tienen más probabilidades de ser acosadas. En caso de que capten nuestra presencia y quieran llevar a cabo su opresión, lo más probable es que bromeen si pasas cerca, o pasan ellos. Lo mejor es no mirarles, ni dar indicios de que les has escuchado. Ignorarles completamente. Normalmente no siguen más allá, pero a veces se vuelven agresivos o molestos y pasan a ser del tipo uno. En muchas ocasiones son gente subida de tono: si se les planta cara (cuando no queda más remedio, o cuando juzgue la persona en cuestión) es bastante probable que decidan que no les conviene tener lios y bajen la cabeza, o símplemente no insistan.

Además, si somos astutos y tenemos don de gentes, podemos incluso caer bien siendo honestos y/o hilarantes, por supuesto siempre naturales, comprendiendo las circunstancias en las que nos encontramos y decidiendo si se arriesga o no. No son pocas las veces que he alucinado viendo cómo algo que empieza siendo una amenaza acaba en el mejor de los ambientes.

Pero en esta situación vamos a encontrarnos el caso de alguien que no quiere escuchar, sólo luchar o símplemente robar. La pelea está servida, así que lo primero es realizar un análisis del entorno, de aquellos que se encuentran a nuestro alrededor, de nosotros mismos y nuestras pertenencias y de los mismos rivales. De esta manera sabremos qué es lo más adecuado y beneficioso para nuestra situación y la mejor manera de actuar en los momentos siguientes; cómo golpear y dónde, y más importante, si hacerlo.

La próxima entrada y última parte del tema tratará de estas técnicas y cómo aplicarlas.

miércoles, 28 de abril de 2010

El sonido de un piano.

La armonía se íba creando a medida que las teclas eran presionadas una tras otra. Poco a poco, trazaban una melodía que flotaba en el aire. Acordes interpretados con fuerza. Luego melancolía en la música: suavidad en las pulsaciones, para seguir con intensidad y pasión. Y todo esto regado de fallos por la falta de costumbre, pero igualmente la música del piano seguía fluyendo con tranquilidad. Por el rabillo del ojo, él se pregunta si ella está disfrutando. Entonces lo entiende.

Podría estar tocando para ella toda la vida.

¿Qué importa todo lo demás? El mundo puede ser como tu quieras hacerlo. Puede volver a practicar con constancia para recuperar la habilidad que tuvo un día, la que le hizo entrar entre los primeros puestos del conservatorio profesional de música con pasmosa facilidad. Olvidarse de todo lo demás. De aquellas peleas en las que se metía cuando era más joven y testarudo. De volver sangrando o con la cabeza reventada a contusiones por culpa de alguna panda de extremistas. De ver a dónde pueden llevarles sus sentimientos mutuos: quizá poco más lejos. Quizá mucho más lejos de lo que pensó nunca. Tan lejos como sabe que desea. Sabe que desea eso por encima de todo y le molesta no poder negarlo.

Entonces, poco tiempo después, sin prestarle mucha atención, escucha algo de fondo en la televisión. Otro caso de malos tratos. Él se acerca a la televisión, quiere ver más. Las noticias hablan de lo de siempre. Robos, estafas, bandas que se pelean unas con otras, personas secuestradas, violaciones, desastres, asesinatos. El mundo da asco. El mundo da pena. Y, a pesar de tener la capacidad de albergar cosas maravillosas, también es capaz de contener lo más horrible que se puede imaginar. ¿Por qué? Porque la gente carece de toda moral, todo lo que se separe del propio ego.

Y entonces lo entiende. Ser felíz a veces le hace olvidar que otros no dejan de sufrir. Es por eso que se le oscurece la mirada. No puede dejarlo. Quizá el shodan es un grado importante, pero a él los grados no le importan. Quiere un poder que le permita proteger a los suyos y adiestrar a otros para que hagan lo mismo. Para adiestrar la moral, el espíritu. Quiere cambiar las cosas, más desde abajo que desde arriba. Y por eso no podría dejarlo aunque quisiera, por eso debe hacer su viaje y no tiene más remedio que separarse de ella.

Pero también tiene clara una cosa. Si es su destino, volverá para buscarla, y si es necesario, la recuperará.

Y, entonces, jura que tocará para ella el resto de los días que le queden por delante.

sábado, 17 de abril de 2010

La pureza del arte

El tema del que trata esta nueva entrada es un punto de vista que tengo desde mucho antes de haber comenzado mi camino en el mundo de las artes marciales, y que he decidido exponer aquí motivado por la llegada de un nuevo alumno a nuestra escuela. Como puede ser un punto de vista extremista, y desde luego personal, no estaría de más dejarlo abierto al debate de todos los que querais opinar al respecto, me parecería muy interesante ver las distintas perspectivas que tiene cada uno y poder aprender de ellas.

El caso es que hace unos días llegó a la escuela un tipo que a primera vista puede parecer un poco macarra. Camiseta ajustada, anillos y collar de oro, el pelo cortado con una cresta... Se le puede asociar con los "pokeros" o los llamados "bakalas". Supongo que cuando habló se confirmó un poco su condición. Era un tipo algo rudo, de esas personas que toman confianza con demasiada facilidad, un poco falto de modales y al hablar tenía el típico tono de voz chulesco de este tipo de gente. Lo primero que dijo fue que no había hecho ningún arte marcial, pero que sabía pegar (porque se mete en peleas).

Llegó a ver una clase y quiso probar al siguiente día. Salió encantado. Sin embargo, todo lo que decía era "verás cuando esto se lo haga a "x" persona" o "lo que me voy a reir"... estaba encantado con la clase porque había visto que nos hacemos trabajar, que el arte funciona y que si sabes utilizarlo puedes llegar a ser muy fuerte, y "repartir". En resumen, daba a entender que estaba ansioso de ponerse a soltar ostias en cuanto pudiera.

No voy a entrar en si el chico tiene buen fondo o no, porque no puedo emitir un juicio sin apenas conocerle, pero bien cierto es que las primeras impresiones también cuentan y muchas veces definen un perfil con bastante precisión. Como no voy a ser injusto y cada persona tiene unas circunstancias que hay que comprender, voy a ver cómo evoluciona y "qué es" realmente con el paso de los entrenamientos. Pero es aquí donde quiero llegar.

Hay muchas personas que comienzan a practicar artes marciales no por protección, sino por ataque. Empiezan a practicar y en dos meses se creen los reyes del mundo, invencibles. Buscan pelea, y normalmente se dan con un canto en los dientes cuando descubren lo lejos que están de ser realmente fuertes. En la mayoría de los casos siguen entrenando y cuando aprenden a utilizar su poder, lo hacen indiscriminadamente para hacer valer su ley, y el "ten cuidado conmigo que te meto".

Considero que las artes marciales deberían estar vetadas para este tipo de gente. Que para entrar a un dojo se debería pasar por un filtro. Pero a veces, cuando despega una escuela, comprendo que eso sea un lujo que no se puede permitir. Sin embargo, el hecho de formar a gente que no va a usar su fuerza para ser justos, para hacer "el bien"... creo que es una gran responsabilidad. Vas a dejar suelto a un individuo que sólo va a propugnar el caos y su propia justicia. ¿Puedes cargar con eso sobre tu conciencia? Yo no podría.

Estoy seguro de que algún día, dentro de muchos años, formaré mi propia escuela o abriré un dojo. Quizá es un idealismo barato, pero me gustaría que aquellos estudiantes que entraran fueran gente digna. Gente que utilizará su fuerza para proteger a los demás, a la gente que quieren, e intenten hacer de este mundo un lugar mejor.

Pero, ¿quién lo es? Porque quizá con este chico parezca claro, pero quizá con el entrenamiento aprenderá a utilizar su fuerza de otra forma y vetársele sería un error. O quizá no. Quizá dejes suelto a un delincuente en potencia. Por eso pienso que el factor espiritual en un arte marcial es ESENCIAL para que el practicante desarrolle unas maneras adecuadas, un espíritu limpio. Un factor que normalmente no encontramos en las artes marciales que suele practicar este tipo de gente (véase kick-boxing, boxeo, muay thai, full contact, vale tudo, k-1...).

Si en este mundo ya hay suficiente violencia, lo peor que puede haber es escuelas que impulsan este tipo de actos.

Mi conclusión es que nuestros puños deben tener el peso de una justicia detrás. Si no, golpean la mitad de fuerte.

martes, 13 de abril de 2010

Nagare (fluye).

Todo aquel que haya practicado Aikido durante un periodo de tiempo moderado, conoce, por lo menos de forma superficial y lejana, lo que es el "nagare". Éste término japonés significa "corriente" (hablando de agua), "fluir".

Hay momentos bien diferenciados en los que nos sentimos pesados y agarrotados. Nuestras técnicas no llegan bien, sentimos cómo arrastramos al rival en vez de conducirlo y nos damos cuenta de que estamos utilizando la fuerza bruta. Cuando utilizamos la fuerza bruta, el aikido no es aikido. Sin embargo, cuando empezamos a dominar las técnicas y los movimientos, estas comienzan a hacerse fáciles de ejecutar, cansan menos y lo que es más importante: se hacen más efectivos. Es en estos momentos en los que entendemos lo que significa el nagare. Y lo entendemos porque conocemos lo que es lo contrario, la rudeza, la rigidez; al igual que sabemos diferenciar la luz debido a la existencia de la oscuridad.

Pero, ¿cómo explicarle a alguien cómo debe fluir, cómo debe dejarse llevar cuando está demasiado rígido? Porque no es exactamente "soltar el cuerpo", aunque esto sí es una parte de la respuesta. Y es que, si los seres humanos pudiéramos compartir sentimientos unos con los otros, explicar algunos términos como este nos resultaría mucho más sencillo. Precisamente, determinar el nagare con palabras es algo bastante complicado.

Desde mi humilde visión, creo haber llegado a ese estado de fluidez en algunos momentos específicos como para poder compartir mi experiencia un mínimo de forma que resulte útil. Y es que creo que cuando fluimos, perdemos la consciencia directa. Para ser exactos, perdemos la consciencia de todo aquello que se encuentra fuera de nuestra distancia vital, o "ma ai". Notas cómo tus movimientos guían los de tu rival, percibes la energía a tu alrededor entrando, saliendo y rotando tanto dentro como fuera de tí, a través de tu rival, explotando. Esto se percibe de forma intensa cuando practicamos el randori.

Basándome en mis propias experiencias, podemos ir alcanzando la fluidez a lo largo de un entrenamiento si no empezamos muy puestos en el tema. He notado que a base de recibir ataques seguidos y constantes los movimientos se hacen más automáticos, es el momento de empezar a perder la consciencia. He ahí el inicio de la fluidez. Sin embargo, si nos concentramos demasiado en lo que estamos haciendo, alcanzar ese grado se dificulta. Un elemento perturbador es también la desmotivación, que ralentiza nuestros movimientos. Por lo tanto, es realmente importante practicar mucho las técnicas hasta que nuestro cerebro las tenga sistematizadas y, por así decirlo, "salgan solas". De esta forma podemos improvisar, combinar, que es una de las finalidades a lograr con el Aikido. Hay que procurar dejarse llevar sin perder la conexión del entorno, al igual que sin perder de vista a nuestros rivales.

Cuando entreno, procuro contar aquellos rivales que tengo enfrente. Cuando me rodean, descuento aquellos que puedo ver del número total, consiguiendo así el número de aquellos que están en mi punto de vista muerto. A partir de ahí, procuro afinar el oído al campo que se encuentra en ese punto, para tantear el momento de ataque de aquellos que no puedo percibir con el ojo. Una técnica muy útil es comenzar impulsándonos hacia los que tenemos delante, viéndose éstos forzados a atacar. De esta manera podemos pasar a través de ellos, y al girarnos tendremos en la misma línea a todos nuestros enemigos.

Es capital en un combate no perder de vista a los rivales, tenerlos controlados. Siendo un poco avispado, incluso conducirlos (algo realmente complicado). Si nos encontramos en la calle, no perder de vista el terreno en que nos encontremos para poder usarlo a nuestro favor, y que, desde luego, no juegue en contra (obstáculos con los que podamos tropezar, zonas resbaladizas...).

Todos estos son factores que poco a poco debemos integrar en nuestro entrenamiento, para que aparte de adquirirla, nuestra fluidez no pierda su conexión ni se rompa al encontrarnos en estas situaciones.

Pero, como todo en el Aikido, es entrenar, entrenar y entrenar. Así que, ¡ánimo!

miércoles, 7 de abril de 2010

Efectos del alcohol sobre el deporte.

Siempre que finaliza un periodo de vacaciones me gusta escribir algún artículo que trate sobre nutrición, porque ya sabemos todos que es en estos momentos cuando más solemos descuadrarnos de nuestros entrenamientos y darle rienda suelta al cuerpo. En éste momento, vamos a hablar sobre los efectos del alcohol sobre el deporte.

Todos sabemos que el alcohol afecta al cuerpo de una determinada manera, y que su consumición abusiva no es saludable. Pero, ¿cuántos sabemos realmente qué efectos produce, sobretodo en nuestro rendimiento a la hora de entrenar? Si preguntamos a una persona cualquiera, seguramente nos diga que "mata neuronas", que "afecta al higado" o que "produce fatiga corporal" y desde luego el efecto del mareo, que aprovechan artes marciales como el Kung-Fu del estilo Borracho. Lo que no sabemos es que realmente nos perjudica mucho más.

Partimos desde la base de que las bebidas alcohólicas contienen una sustancia llamada etanol, que es el principal degradante del cuerpo. Esta sustancia, que afecta a nuestro sistema nervioso, en pequeñas cantidades nos provoca euforia e incluso un aumento de la fuerza, pero pronto deriva en un efecto depresivo que ralentiza nuestra coordinación y reflejos. Nuestro cuerpo es inteligente y procura deshechar esta sustancia, nociva para él.

Uno de los mitos de las noches de fiesta es que no importa cenar mucho o mal, porque como estaremos mucho tiempo en pie lo quemaremos todo. Esto es falso.

Si antes de consumir alcohol hemos ingerido alguna comida grasienta, esto puede inducirnos a un aumento de peso. ¿Por qué? La eliminación del etanol se vuelve prioritaria en nuestro organismo, incluso más que la de las grasas, ya que es un elemento nocivo que debe desaparecer. Ésta eliminación es muy lenta, y el etanol se transforma directamente en una fuente de energía. Es uno de los motivos por los que podemos aguantar más tiempo en pie.

Como ya comentamos en la última entrada sobre nutrición, lo que engorda no es el exceso de grasa, sino el exceso de calorías sin quemar al final del día. Si ingerimos demasiada cantidad de hidratos al final del día (que es el elemento que nos aporta la energía), al no ser usados en situaciones de esfuerzo físico, el reposo las transforma en grasas. Por tanto, el hecho de haber consumido una cena rica en hidratos o en grasas y después ingerir alcohol en altas cantidades (se considera alta cantidad a partir de dos copas), produce que no quememos esa energía aportada por la cena porque el cuerpo está librándose del etanol, sustituyéndolo como fuente de energía hasta que desaparezca.

Si a esto le añadimos que en la mayor parte de los casos el alcohol se mezcla con bebidas refrescantes y/o gaseosas, nos encontramos con que, además de la cena, debemos quemar las calorías que estas contengan, que aumentan con cada copa que tomemos. Mención especial a las bebidas gaseosas, cuya composición contribuye al malestar al día siguiente.

Para aquellos/as que necesiten mantener un control de peso en su deporte, esto es un obstáculo considerable. Y para aquellos/as que quieran guardar la línea, se van a encontrar con una noticia desagradable: El alcohol provoca que la grasa no se reparta bien por el cuerpo, produciendo una acumulación masiva en caderas, estómago y nalgas.

Si la noche de fiesta es inminente, ¿Cómo solucionarlo? Nos puede ayudar el cenar una comida rica en fibras y proteínas. Son fáciles de digerir y al día siguiente nos encontraremos mejor. No debemos olvidar que la ingesta de comida grasienta es contraproducente con la de alcohol. Si cenamos algo de ese estilo, al día siguiente lo más seguro es que tengamos el estómago revuelto.

Pero eso no es todo. El etanol aumenta la degradación de las proteínas, por lo que si no tenemos una dieta rica en las mismas, la consumición del alcohol se traduce en una pérdida de musculatura y fuerza.

Todos sabemos que antes, durante y después de la práctica deportiva hemos de estar bien hidratados, porque se pierden muchos líquidos durante sobreesfuerzos en el deporte. Una consumición excesiva de alcohol puede provocar efectos diuréticos. En un sólo entrenamiento que se dé esta situación es más complicado, ya que en cierta medida podemos regular el esfuerzo que realizamos. Pero, si nos encontramos en plena competición, esto se puede traducir en un cuadro de deshidratación. Por supuesto estos efectos antes mencionados tienen consecuencias, como pérdida de potasio, vitaminas y minerales necesarios para el organismo, muy nocivos de cara ya no sólo a nuestro desarrollo a nivel deportivo sino a nuestra salud.

Por eso, lo más recomendable si una noche de desenfreno es inminente es cenar adecuadamente (y por supuesto no comer otra vez a mitad de la noche, ya que el consumo suele generar hambre), procurar no pasar de las dos copas (si se puede no tomar alcohol, mejor), si hay que mezclar, que no tenga gas. Y, desde luego, abstenerse en vistas de competiciones o entrenamiento.

martes, 23 de marzo de 2010

Felíz Aniversario

Quería hacer mención a esta semana como unas fechas muy importantes para mí a nivel simbólico y espiritual. Resulta que el miércoles 24 de marzo es el cumpleaños de mi maestro, y recuerdo que fue en esta fecha la primera clase de Aikido a la que asistí. Se puede decir que es mi primer aniversario.

Hago un repaso, pues, de todo lo ocurrido durante este año, y sólo puedo alegrarme.

Empezamos siendo un puñado de alumnos, compuestos básicamente por hermanos y familiares, y algun miembro suelto (en el que puedo integrarme yo). Luego comenzaron a venir nuevos integrantes, las clases se ampliaron y se volvieron más estructuradas. Poco a poco fue cogiendo forma. Nuestra escuela ya tiene nombre, tiene símbolo y ya por fín, estos días, han traído un tatami nuevo. Han comenzado las clases de gran intensidad, y nos contamos ya por casi dos decenas en total. Hemos empezado a hacer ukemis de nivel más alto, y los randori son el pan de cada día.

¿Y yo?

No puedo estar en mejor momento. Sigo entrenando con la ilusión y las ganas del primer día, pero a un nivel mucho más alto. Siempre hablando de ir hacia delante, y ahora tengo ante mí la siguiente puerta ante la que superarme. Tras estas vacaciones de semana santa, que pasaré haciendo snowboard, comienzo un nuevo entrenamiento de kárate que irá de 4 a 6 clases semanales, mas las 2 de aikido y los 3 entrenamientos de gimnasio.

Tengo conmigo la motivación y la fuerza que me da tener a la persona más maravillosa del mundo a mi lado apoyándome en cada decisión. Tengo ganas, tengo fuerza, y tengo amor.

Además, estas semanas me he descubierto a mi mismo recuperando algo muy importante:

La fé. En mi capacidad para hacer cosas por las personas que más quiero, y en mantenerme firme cuando todo se derrumba alrededor.

Así pues, hoy, Lunes 22 de Marzo, cumplo medio año en el Camino del Puño Vacío (karate) e inicio mi segundo año en el Camino de la armonía, o Aikido.

¡Vamos a darlo todo un año más!


miércoles, 3 de marzo de 2010

Cuestión de actitud.

En ciertas ocasiones, y probablemente muchas más de las que a uno nos gustaría, nos encontramos con momentos en los que todo nos resulta pesado y difícil de sobrellevar. Aunque la vida se compone de muchos momentos de pesar tanto como de placer, los primeros suelen ser los que notamos más por su naturaleza negativa. Sin embargo, en ningún caso podemos decaer ante estas situaciones.

Estas ultimas semanas he tenido la impresión de no avanzar todo lo correctamente que a mí me gustaría en el Aikido. Además, mi profesor de Karate ha tenido se ha ausentado últimamente y no he entrenado todo lo que me gustaría. En resúmen, he sentido como si me encontrara en horas bajas, como si no avanzara. Me encontraba desmotivado, y lo peor es que cuanto menos haces, menos ganas tienes de hacer. En esto todos somos iguales, no hay excepción. Además puedo decir que vivo para esto, es la pasión de mi vida, así que incluso con más razón. En cuestión de sentimientos todo tiene la misma forma: si estamos mejor, aspiramos a estar mejor, y por tanto, lo logramos. Si estamos mal y nos hundimos, vemos que estamos peor y la autosugestión nos tira más para abajo. Te sientes inútil, e incluso, en ocasiones, inferior. Pero está todo en la cabeza. En mi caso, al principio pensaba que era culpa mía, y luego supe que efectivamente lo era.

Cuando las cosas no salen como esperamos, o símplemente nos encontramos en tan buen momento que si el siguiente, por las razones que sean, no es igual de bueno, podemos decaer. Pero hay que tener perseverancia. Cuando uno se encuentra en estas situaciones se da cuenta de lo que es ser un experto. Significa resistir, significa ser fuerte. Significa que, a pesar de las veces que el viento nos empuja haciendonos desandar el camino, nosotros tengamos la suficiente entereza como para decidir volver a andarlo, y seguir con él avanzando aún más. Y a veces es complicado, esto es innegable.

¿La clave? Uno mismo. Empezar por poco, seguir con más, y acabar con el máximo. Si en un momento de desmotivación nos proponemos recuperar el 100% de nuestra actividad anterior de un día para otro, lo más probable es que no hagamos absolutamente nada. Hemos de ir recuperando hábitos poco a poco, creciendo cada vez más hasta recuperar lo que teníamos, y puedo prometer que funciona. Uno va encontrándose de nuevo con quien era y eso le da esperanzas y ánimos. No hay que descorazonarse, porque estas cosas nos pasan a todos. A veces factores externos nos afectan demasiado, haya motivos de peso o no los haya, eso es indiferente, puesto que cada uno es como es. Y con respecto a los entrenamientos es lo mismo, cada persona tiene su ritmo y unos avanzan más rápido que otros o de forma diferente. Ni debemos compararnos, ni debemos cuestionarnos. Sólo hay que hacer las cosas con todo nuestro corazón y el mundo fluirá a nuestro alrededor.

Es puro karma. Si mostramos energía positiva, eso recibiremos. Si la mostramos negativa, eso obtendremos.

Una cosa es inamovible: no podemos darnos por vencidos, ni culpar al exterior. Puede que las circunstancias externas sean los motivos que nos han quitado el ánimo, pero en el ser humano está la capacidad de decidir cómo absorber estas situaciones y cómo enfocarlas. Si nos desesperamos, perdemos capacidad. Cuando pase ese tiempo de bajón nos daremos cuenta de que todo estaba en nuestra cabeza. Nos veremos evolucionando favorablemente, y entrenando otra vez con toda nuestra capacidad.

¿Acaso creemos que aquellos que han llegado a lo más alto lo han conseguido de forma gratuíta? ¿Acaso pensamos que no han sentido la rabia de verse ralentizados, o superados por una situación externa? ¿Que no han hecho sacrificios? ¿O que les cayó del cielo ése título? Ellos resistieron, precisamente en eso consiste ser un maestro. Y creo que hoy lo he comprendido un poco más, y por ello siento un respeto mucho más profundo por lo que significa este término.

Digan lo que digan, al final, la elección final es siempre nuestra.

viernes, 12 de febrero de 2010

La senda del guerrero.

Desde que comencé con la práctica de las artes marciales, hay algo en lo que siempre ahondo. ¿Qué es lo que motiva al guerrero para hacerse más fuerte? Sé cuales son las vías, las técnicas para ello. He comentado acerca de ellas. Conozco el camino. Sin embargo, el por qué es distinto.

Los valores que han guiado mis actos han cambiado desde que empecé. Al principio era curiosidad. La curiosidad se transformó en perfección. La perfección en devoción. La devoción... se multiplicó a causa de la ira. La ira se transformó en paz. La paz se unió a la devoción, y dió perseverancia. Entonces descubrí el amor, y la suma de todo aquello por lo que había pasado dió protección.

Las motivaciones que siempre han guiado mi mano han sido descubrirme a mi mismo mi verdadero potencial, conducidas por los valores que antes he mencionado. Pero ese potencial puede subrayarse, puede multiplicarse exponencialmente según el valor que le demos. En éste momento, y en prácticamente todos en mi vida, ese valor es el de proteger lo que quiero, por lo tanto, el amor es lo que me guía. Pero para proteger a los demás, primero es esencial poder protegerse a uno mismo.

Sólo he conocido un elemento tan poderoso como el amor para guiar nuestra fuerza más allá del límite. Es el odio. Y si, realmente es muy poderoso, y he tenido el placer y el dolor de conocerlo muy dentro de mí. Corrompe, te envuelve. Pero de esto ya hablaremos en otro momento.

La pregunta real es ésta: ¿Qué determinación tomar?

Seguir el camino del guerrero hasta llegar a ser el más fuerte conlleva sus contras. Si quiero seguir mi entrenamiento para llevarlo al límite, debo abandonar este lugar. Necesito acudir a la cuna donde nacieron las artes que practico, y no es cerca. No es cosa de un mes. Pero es completamente necesario si quiero completar mi entrenamiento.

Por otro lado, la razón de hacerme fuerte es proteger a quien más quiero. Por eso quiero ser el mejor. Y de pronto, sin buscarla, encuentro a la persona. No lo piensas, simplemente lo sabes: Es distinta. Es ella. Sabías que era ella a quien buscabas, pero no sabías cómo era hasta que la tocaste, hasta que la sentiste. Hasta que su mirada fue capaz de atravesar la armadura y verte. Verte de verdad. Sientes que su calidez puede abrasarte el corazón con un soplo, que puede darte toda la fuerza que necesites, pero su mismo toque también puede arrebatártela sin dejar rastro. Y ahora que la encuentras, es necesario abandonarla porque quieres encontrar el mejor método para protegerla. Sabiendo que quizá cuando vuelvas, la hayas perdido para siempre.

Entonces, ¿porqué hacerse fuerte para proteger a la persona que más quieres, si ese camino te llevará a perderla? Tantas veces nos encontramos con situaciones similares, que es imposible saber qué decisión tomar, cual es realmente la correcta. Y es que no hay una correcta, o no correcta. Las medias tintas nunca han sido buenas, y es que cada decisión luego tiene unas consecuencias que pueden ser infinitamente variables y distintas.

Estos días he meditado acerca de esa elección que habré de tomar, más tarde o más temprano... Quizá si ella no hubiera entrado en mi vida esto sería mucho más fácil, pero lo fácil no va conmigo, y ella me ha dado y sigue dando cosas que no habría logrado de ninguna otra manera. Todavía es pronto para decir nada, queda un año y medio, y hasta entonces pueden pasar mil cosas que faciliten o dificulten ésta elección.

El problema es que ya decidí que nada podría hacerme cambiar de parecer en mi camino. La senda del guerrero es triste, pero es la única de momento. Por ello, como escuché en su día:

"Si el pasado es historia, y el futuro es un misterio, disfruta el ahora, pues es un regalo. Por eso se le llama presente."

jueves, 4 de febrero de 2010

La filosofía del Aikido (Parte II)

Aquí os dejo la segunda parte de estos datos que recopilé acerca de la filosofía del Aikido y sus enseñanzas de la mano de O-Sensei. Como podeis comprobar, en muchos aspectos estos conocimientos son aplicables a la vida diaria, y a la actitud a tener a la hora de enfrentarnos a diversos problemas cotidianos. Os dejo con sus propias palabras:

Conferencia: La vía de la Verdad.

"A lo largo de la historia, numerosos profesores de religión y filosofía han aportado un mensaje acerca de la "verdad" y han hablado del poder final de la armonía. Sin embargo, ¿por qué han resultado victoriosos quienes han entablado una lucha encarnizada contra esta armonía, sirviéndose de la fuerza destructiva del Budo (artes marciales, o camino del guerrero)? Pocos profesores y filósofos supieron expresar esta realidad de forma completa. Sus teorías, formuladas sólo en palabras, no podían educar sino a la mente. La verdad no es lógica.

Para descubrir esta verdad y alcanzar este poder último, es necesario emprender tres formas de entrenamiento simultáneas. Debéis entrenar vuestra mente para estar en armonía con los movimientos del Universo. Debéis entrenar el cuerpo para estar en armonía con el movimiento del Universo. Debéis entrenar el ki, la fuerza del alma que unifica cuerpo y mente, para estar en armonía con el Universo."

- O-Sensei se refiere a este "poder último" como el secreto mejor guardado del mundo, del Universo. La armonía total con todo lo que nos rodea como un estado final para con las cosas. Para ello entrenamos la mente, que comprenda esta verdad, a nivel teórico y práctico. El cuerpo para adaptarse a ese movimiento, y el ki para unificar ambos, como aquella comprensión que permite al cuerpo entender el movimiento y efectuarlo. Sin el entrenamiento físico, la mente tampoco puede comprender, sin el entrenamiento espiritual, el cuerpo no comprende. -

"Si la mente esta en armonía con el Universo, las palabras deben estarlo también. Las palabras deben estar unidas con el Kami. Seguidamente, los movimientos del cuerpo han de armonizarse con las palabras. Este es el secreto que el Budo me ha ensenado. Me he dado cuenta de que el cuerpo y la mente deben estar unidos por el ki antes de incorporarse al Universo. A través de esta milagrosa función del ki, el cuerpo y la mente pueden unirse y, en virtud del entrenamiento, comprenderéis la verdad universal. Entonces vuestra mente será clarificada y vuestro espíritu irradiará salud. Os será posible resolver todos los conflictos y convertir esta tierra en un mundo en paz. Pero si se utiliza incorrectamente esta función milagrosa del ki, el cuerpo y la mente zozobran en el desorden y el Universo deviene un caos. Es esencial que mente, cuerpo y ki estén en armonía con los ritmos del movimiento universal."

- Cuando uno tiene una creencia, debe respaldarla con orgullo. En el Aikido es similar, cuando empezamos a comprender esta unión con el Universo, el cuerpo lo absorbe y viceversa. Gracias a la práctica la mente comprende la realidad de ésta, su finalidad. Hemos de realizar estos ejercicios con una mente vacua, ya que el aikido con cargas emocionales es siempre es menos efectivo. Produce tensión y rigidez, menos fluidez, menos armonía, lo que da lugar a no hacer Aikido. Si utilizamos nuestro poder con una finalidad no apropiada, tampoco es Aikido. -

"El Aikido es la Vía de la verdad. Y el entrenamiento del Aikido sirve para expresar la esencia de la verdad en la vida cotidiana. Es una expresión que genera el poder del Kami. Cualquier teoría en si misma es inútil, debe ser llevada a la práctica. Con entrenamiento, la fuerza de la verdad se expande a la mente y el cuerpo y el Aikido los unirá con el Universo gracias al ki."

viernes, 29 de enero de 2010

Siempre hacia delante.

Problemas.

A veces nos asaltan, nos rodean. Nos machacan. A veces todo es negro. A veces no podemos controlar las cosas, por mucho que procuremos tenerlo todo en nuestra mano.

A veces parece que no hay salida, que nuestros esfuerzos son vanos, que tropezaremos siempre en la misma piedra... y eso nos hunde. Nos hace creer equivocadamente que no hemos avanzado nada. Y caemos.

Pero entonces me recuerdo porqué sigo siempre hacia delante. Por qué vuelvo a levantarme con el alma desgarrada, con los músculos agarrotados, con el ánimo por los suelos.

Porque hay un cambio. Porque esos golpes tardaron más en derribarme que la última vez. Porque la próxima vez, tardarán más en hacerlo que esta. Y la siguiente, aún más que la anterior. Porque el ser humano es capaz de todo, y siempre vuelve a curarse. Se fortalece y aprende.

Porque es muy fácil darse por vencido, y a mi me gusta lo difícil. Porque no hay reto en dejarse vencer, pero sí lo hay en errar y aprender del error. Porque es una lección que debe ser extendida, aprendida y jamás olvidada.

Porque, harto de mirar hacia atrás, hacia aquello que ha pasado y no volverá, hacia la calidez, hacia la comodidad, decidí mirar hacia el horizonte. Hacia la oscuridad, hacia lo frío, hacia lo inexplorado, abriendo paso para los que vinieran detrás. Y así fue como encontré la luz más preciosa, cegadora y radiante que haya visto nunca antes, y que no habría encontrado de otra manera.

Y es que los seres humanos crecemos persiguiendo la silueta de aquellos que consideramos grandes maestros, y a veces, sin darnos cuenta, nosotros mismos resultamos ser esa silueta que otros buscan.

Y cuando tienes esa responsabilidad, merecida o no, debes estar a la altura, ¿verdad?


miércoles, 20 de enero de 2010

Historia de un Samurai.

Encontré por casualidad esta interesante historia navegando por internet, y debido a la temática que trata, me ha recordado a nuestro compañero Jose, que muchas veces publica cosas del estilo. Por eso he decidido dedicarle esta entrada al samurai cuya sabiduría siempre sabe ayudarnos a encontrar el camino. Espero que os guste a todos.

"Cerca de Tokyo vivía un gran samurai, ya anciano, del que se decía aún poseía una técnica infalible capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierto día, se hizo eco la noticia de que andaba por el distrito un guerrero conocido por su falta de escrúpulos y mala educación, famoso por sus provocaciones a la hora de combatir. Él utilizaba esta técnica para hacer despertar la rabia en el rival, que se lanzaba con un ataque encolerizado, y así contra-atacar con una fulminante técnica que había entrenado durante varios años gracias a sus extraordinarios reflejos. Se decía que jamás había perdido una batalla. Sabiendo de la fama del anciano samurai, se dirigió al dojo para retarle en un duelo, vencerle, y así lograr aumentar su reputación.

Cuando llegó, a pesar de la negativa de los alumnos, el maestro aceptó el duelo. Ambos permanecieron preparados, en posición, con la mano rozando la empuñadura del sable, cuando el guerrero comenzó a vociferar todo tipo de insultos. Durante horas permaneció lanzando improperios, e incluso mentando a los ancestros del samurai. Inclusó arrojó algunos restos que llevaba encima en su dirección. Sin embargo, el anciano permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiendose exhausto y humillado por tal reacción, el guerrero se retiró cabizbajo.

Los alumnos, desilusionados por que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones sin mediar palabra, le preguntaron:

- Maestro, ¿Cómo pudo soportar esa falta de dignidad? ¿Por qué no usó su espada, aún a sabiendas de poder ser derrotado, en vez de mostrarse cobarde ante su rival?

A lo que el maestro, preguntó respondiendo:

- Si alguien llegara a vosotros con un obsequio que no aceptais, ¿a quién le pertenece finalmente ese regalo?

- Pues... a quién intentó entregarlo. - Respondió uno de los alumnos.

- Lo mismo vale para la envidia, la rabia o los insultos. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo."

sábado, 16 de enero de 2010

Algo que jamás debemos perder.

Se dice que el bambú japonés posee una capacidad de crecimiento nada común. Una vez sembrada la semilla, debe ser abonada y regada con constancia. Durante los primeros meses no se atisba ningún crecimiento. De hecho, hasta pasados siete años, no ocurre prácticamente nada. Un cultivador experto dudaría de la fertilidad de las semillas.

Sin embargo, pasados esos años, la planta crece hasta treinta metros en apenas seis semanas. Pensar que crece en tan sólo seis semanas parece absurdo, y realmente lo es. El bambú tarda siete años y seis semanas en desarrollarse. Aunque parezca inactivo, en realidad está desarrollando bajo la tierra un complejo entramado de raíces que va a permitirle crecer fuerte y flexible, y sostener el crecimiento que tendrá en un futuro.

Se dice que cuando una persona está viva, es blanda y flexible, como el bambú. Cuando está muerta, se vuelve dura y rígida. Cuando una planta está viva, es blanda y tierna. Cuando está muerta, se vuelve marchita y seca. Por ello, lo duro y lo rígido son compañeros de la muerte; lo blando y lo flexible son compañeros de la vida.

Éste es el tao del aikido.

Un vendaval es capaz de abatir a un tronco de árbol, pero no a una caña de bambú. Mientras que la madera se quiebra, la caña se vence. Cuando el vendaval pasa, el bambú recupera su forma. Esa filosofía debemos tomar.

Actuar ante la vida, ante las derrotas, como el bambú. Crece con paciencia y determinación, fortalece tu base, porque el aprendizaje da sus frutos, aunque a veces nos parezca un avance imposible. Y si recibimos un golpe en la moral, que este nos agite o nos doble, pues somos humanos, pero que, inmediatamente después, recuperemos la forma, y volvamos siempre a dar el máximo en primera línea. Nos lo debemos a nosotros mismos. El ánimo, la motivación, son algo que jamás debemos perder.