jueves, 27 de mayo de 2010

Peleando en la calle: Conceptos (Parte I).

Una pregunta que nos hacemos constantemente, y cuyo tema ya ha sido tocado en este blog más de una vez, es ¿es útil lo que aprendemos? Normalmente con esto nos queremos referir a si "en la calle sirve". Un practicante está condicionado básicamente por dos cosas: su técnica y su capacidad, y a partir de ahí podemos establecer un análisis.

Su técnica determina la efectividad objetiva del arte que practica, y a qué nivel funciona. No es lo mismo un practicante de judo que uno de karate, o de taekwondo. Cada uno tiene su rango de acción: El judoka trabajará a corta distancia y el karateka nunca dejará que un adversario pueda acercarse. Por otro lado tenemos el bagaje técnico de que dispone, puntos positivos y negativos: si un judoka realiza un agarre es letal, pero un karateka que golpea eficientemente no necesita un segundo golpe para tumbar a su oponente.

Por otro lado, la capacidad: El tiempo que tarda el cuerpo en adaptarse a las técnicas y en absorberlas. La capacidad varía en función de la habilidad, que en cada ser humano es distinta. Hay gente con mucha facilidad para aplicar técnicas, gente provista de muy buenos reflejos; al igual que hay gente que tarda años en absorber un solo concepto. Desde aquí decir que mucha gente se desespera observando cómo sus compañeros evolucionan más rápido (o al contrario). Ésto no tiene nada de malo, pues cada uno tiene su ritmo y es como es. El entrenamiento siempre da sus frutos. La paciencia es un don.

Determinados estos dos conceptos entendemos que, en caso de encontrarnos en un altercado en la calle, la interconexión de la técnica con la habilidad nos permite discernir qué posibilidades tenemos de salir victoriosos. Evidentemente controlar distintas distancias con diferentes técnicas y tener buena capacidad aumenta estas posibilidades, pero nunca las garantiza, y esto tiene que quedar claro. Sin embargo, un aspecto esencial que entra mucho en juego es nuestra inteligencia (ya sea una situación inevitable o no): nuestra habilidad para resolver conflictos y para persuadir o convencer al adversario, al igual que nuestra astucia para saber detectar puntos débiles o adecuados en estos.

Hay que procurar entender la esencia y forma de ciertas artes marciales: ser tan inocente como para pensar que un rival nos va a atacar exactamente como en clase nos conduciría directamente a la ruina. Entonces, ¿qué es lo más efectivo?

En primer lugar vamos a hablar del factor psicológico.

En la calle nos encontramos con todo tipo de gente, y cada uno reacciona ante los estímulos de manera distinta. Con pocas palabras debemos saber con quién estamos tratando, y es ahí primeramente donde comienza el análisis. Normalmente en la calle nos encontramos con distintos tipos de macarras:

- Los que buscan pelea: Éstos son los más difíciles de tratar. Normalmente interpretan cualquier tipo de frase como una amenaza, o buscan cualquier palabra en ella para llegar a donde quieren llegar. La manera más adecuada de interactuar con ellos es firme, pero sin ser desafiante. Símplemente dar a entender que no tienes miedo, pero no quieres ningún problema. A veces este hecho les sorprende, y al ver determinación muchas veces deciden dejar marchar a su "víctima", aunque como ya he comentado, si buscan pelea no siempre es un resultado seguro. Esta posición es la más estable, de forma indiscutible. Está comprobado que cuando uno se muestra miedoso o nervioso este tipo de personas suele ser más agresiva y violenta.

- Los que buscan pasar el rato: Probablemente querrán echarse unas risas, y más a costa de un pardillo. El atuendo depende mucho en estos casos, y también depende de qué grupo social nos encontremos: Suelen pasar más desapercibidos aquellos que visten normal, sin elementos llamativos y no llaman la atención. Las mujeres tienen más probabilidades de ser acosadas. En caso de que capten nuestra presencia y quieran llevar a cabo su opresión, lo más probable es que bromeen si pasas cerca, o pasan ellos. Lo mejor es no mirarles, ni dar indicios de que les has escuchado. Ignorarles completamente. Normalmente no siguen más allá, pero a veces se vuelven agresivos o molestos y pasan a ser del tipo uno. En muchas ocasiones son gente subida de tono: si se les planta cara (cuando no queda más remedio, o cuando juzgue la persona en cuestión) es bastante probable que decidan que no les conviene tener lios y bajen la cabeza, o símplemente no insistan.

Además, si somos astutos y tenemos don de gentes, podemos incluso caer bien siendo honestos y/o hilarantes, por supuesto siempre naturales, comprendiendo las circunstancias en las que nos encontramos y decidiendo si se arriesga o no. No son pocas las veces que he alucinado viendo cómo algo que empieza siendo una amenaza acaba en el mejor de los ambientes.

Pero en esta situación vamos a encontrarnos el caso de alguien que no quiere escuchar, sólo luchar o símplemente robar. La pelea está servida, así que lo primero es realizar un análisis del entorno, de aquellos que se encuentran a nuestro alrededor, de nosotros mismos y nuestras pertenencias y de los mismos rivales. De esta manera sabremos qué es lo más adecuado y beneficioso para nuestra situación y la mejor manera de actuar en los momentos siguientes; cómo golpear y dónde, y más importante, si hacerlo.

La próxima entrada y última parte del tema tratará de estas técnicas y cómo aplicarlas.

2 comentarios:

  1. ¡Manuel!. Cuánto tiempo, te hacía en Japón comandando algún shogunato :P. En mi caso, con 54 kg. de peso y 164 cm. de estatura, pocas posibilidades tengo de salir airosa de un "cuerpo a cuerpo", así que, mejor me dedico a la psicología disuasoria o al atletismo.

    Besosssssssss.

    ResponderEliminar
  2. Ya volví de Japón jejeje he dejado eso como los chorros del oro :D

    Precisamente, aquellos con un físico inferior suelen ser los más avasallados. ¡Razón de más para aprovechar todas las técnicas que podamos para salvar el pellejo!

    Espero que te haya servido. Un besazo!

    ResponderEliminar