miércoles, 5 de agosto de 2009

Cambiando.

Blanco o negro.

Un día arriba y otro abajo. La sombra de estos tres meses sin encontrarme a mi mismo trata de arrastrarme de nuevo, pero esta vez no soy el mismo. Las cosas ya no son iguales. Me voy desprendiendo de un peso que poco a poco va aligerando mi carga.

Dos semanas de entrenamiento y reflexión. Cinco días de expectación y tensión. Doce días de afrontación, confrontación, lamento, expiación y finalmente paz. Cada paso me ha devuelto otro pedazo que había perdido de mí mismo.

Ahora, tres meses después, camino por la senda otra vez. Sabía cual era, sabía donde estaba, pero era demasiado difícil seguirla porque el alma pesaba demasiado. Necesitaba la verdad en la cara. Necesitaba su voz diciéndome la verdad en la cara. Necesitaba afrontarlo con valor.

El entrenamiento puede continuar. Practico escalada para ganar resistencia y fondo. Recupero el hábito de ejercitar el cuerpo en el gimnasio. Endurezco el cuerpo contra la madera, la arena y las piedras. Corro, salto, sudo, entreno.

Sin el lastre, puedo recuperar el cien por cien de mi mismo durante este mes, y, a partir de ahora, será el mínimo al que pienso estar.

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