lunes, 16 de noviembre de 2009

Lo que es correcto.

"Si vis pacem para bellum. - Si quieres la paz, prepárate para la guerra."

- Julio César.


Creo que hay pocas máximas tan significativas como ésta. En anteriores entradas hablaba sobre el significado que cada uno otorgaba a hacerse fuerte, pero, ¿qué pasa cuando uno se ve obligado a utilizar su fuerza?

Adoro las artes marciales, practico dos distintas. Entreno hasta la extenuación, medito sobre la vida, sobre las consecuencias que cada acto trae al mundo. Me rompo la cabeza cuando hago algo mal, cuando sé que he podido hacer mejor algo de lo que lo he hecho y por ello alguien sufre. Porque, a pesar de amar el combate, no disfruto haciendo daño a los demás, pero comprendo que, al fin y al cabo, las razones por las que fueron creadas, independientemente de su factor espiritual, son indudablemente marciales. Son para combatir. Son para vencer.

Ayer me encontraba regresando con una amiga de una zona de fiesta en el autobús nocturno a altas horas de la madrugada. Nos reíamos de una anécdota que le andaba contando, y había un tipo un poco más alto que yo, rapado y algo más mayor, mirandonos y sonriendo. En cierto momento, a la persona en cuestión le cambió de arriba a abajo la cara cuando pensó, equivocadamente, que él era el motivo de las risas. Ni que decir tiene que él iba completamente borracho. Con calma y educación, procuré explicarle la situación para que entendiera que no había ningún problema entre nosotros, que era una equivocación, pero él no escuchaba. Una vez más lo intenté, pero el tipo me cortó la frase para amenazarme. Me advirtió que debía bajar en la siguiente parada con él, o me íba a enterar. Obviamente, uno ya sabe cual era su intención.

La siguiente parada era la suya, pero también la mía. Le dije con voz calmada y sin faltarle al respeto que bajaría donde debiera bajarme, y que no hiciera más sangre del asunto. Las puertas del autobús se abrieron, y antes de bajar me dió una palmada en la mejilla para provocarme. Me tocó una vez. A pesar de no perder la calma, según lo hizo le dije claramente que no me había gustado su actitud y que lo que había hecho no era necesario. Eso le hizo enfadarse mucho más.
Aunque ya se estaba bajando, se giró bruscamente para darme un puñetazo.

Mi mano derecha interceptó su brazo, bloqueando completamente el golpe. Creo que en ese momento se dió cuenta de que no le tenía ningún miedo. No estaba alterado. Mi concentración era máxima, no me había movido del asiento. Sabía por donde podía venir, por el primer contacto que tuve ya pude predecir que probablemente fuera diestro, y, de hecho, atacó con la diestra. Veía sus piernas. Sabía por dónde podían llegar los ataques, y yo sabía por dónde podía atacarle a él en caso de necesitarlo. No hizo falta. Le invité de nuevo a marcharse una vez más. Instantáneamente, el conductor también le sugirió que se marchara, con bastante mas rudeza que yo. El tipo se bajó, no sin amenazarme a través del cristal.

Pasó el trayecto y me bajé en la siguiente parada, después de despedirme de mi amiga con dos besos. Mi casa no estaba lejos, pero... en ese momento lo noté. Mi mandíbula temblaba ligeramente. A pesar de que en aquel momento no había perdido la serenidad y estaba calmado y concentrado, la situación, a posteriori, me había pasado factura. Estaba algo alterado, y mi pulso, acelerado. Los efectos se pasaron en unos minutos, pero pude meditar acerca de aquello que había ocurrido en el trayecto a pie hacia mi casa.

No me gusta hacer daño a los demás, y menos el hecho de que por un comentario erróneo puedas involucrar a otros en un asunto que podía no haber tenido lugar. No me gusta hacerme notar, y por lo general evito estas situaciones, pero de pronto... siento rabia. En ese momento pienso, ¿vas a tragarte siempre tus palabras sabiendo que hay gente que se sirve del miedo para hacer lo que le venga en gana? ¿Para controlar a otros? ¿Vas a bajar la mirada cuando le dan una paliza a un tipo entre tres?

No es justo.

A veces hay que alzar la voz. No se puede permitir que la sociedad se descontrole de esa manera. Que la gente se piense que sus actos quedarán impunes sólo porque por el miedo y la fuerza pueden justificarse. Tiene que haber alguien que sea capaz de plantarles cara y demostrarles que sí hay alguien que no tiene miedo. Que el respeto y la educación en nuestra sociedad es necesario para vivir todos juntos. ¿Tan difícil es llevarse bien? Porque a mi parecer no es tan complicado. Yo personalmente, prefiero volver a mi casa habiendo conocido a un par de personas amables una noche en el camino a casa y acostarme a gusto que con los nudillos pelados de golpear a otra persona.

A veces, el deseo de aparente armonía choca con la idea de justicia, y no sabes qué camino es el correcto. Por eso, sigo meditando acerca de esto. ¿Pude evitar la situación con haber omitido algún comentario? ¿En ese caso, habría sido lo correcto? ¿Hice bien comportándome como lo hice? Es probable. Debo aprender más, ser más paciente y cuidadoso. Cerraré esta entrada mencionando otra cita que resume lo único que tengo claro de esta situación: El que lucha contra nosotros nos refuerza los nervios y perfecciona nuestra habilidad.


4 comentarios:

  1. Bfff!!! Has estado más que correcto, Manu!Si por mi fuera, le hubiera dado una buena paliza y enseñarle la lección para que no vuelva a intrometerse en los asuntos de los demás, jamás.
    Sólo las personas que posee un desequilibrio interno y desconfianza hacia los demás actuarían de este modo. Bien porque haya pasado por una situación traumática, o bien porque es un negao de la vida. Realmente es injusto todo lo que nos rodea, mientras te comes unas palomitas viendo una peli en el sofá de tu casa, afuera, miles de niños que luchan por sobrevivir a costa de lo que sea; ¡cómo es posible vivr debajo de un puente, mientras otros ya ni saben en donde gastar! Y miles y miles de ejemplos más....
    De una forma u otra hemos sido partícipes en la creación de esta falsa y aparente sociedad.
    Crees que para ellos tendría sentido alguno la palabra justicia?!

    Un bsote! =D

    ResponderEliminar
  2. Manuel simplemente me he quedado pegada a la pantalla casi sin respirar hasta que he acabado de leerte del tirón. Siento que hayas tenido que lidiar con esa indeseable situación aún así conseguiste dos grandes cosas; una irte a la cama con los puños y conciencia intactas y segunda la que tu mismo me contabas el otro día: la victoria sobre ti mismo. Te mantuviste sosegado, tranquilo sin dejarte llevar por la adrenalina del momento o por el justiciero implacable que llevamos dentro.

    Es grato y esperanzador conocer a personas que pudiendo reducir a su adversario le enseña una lección que probablemente ni siquiera recuerde hoy, pero hiciste lo correcto y el miedo, rabia e intranquilidad resultantes solo hablan de que eres un ser humano que siente y padece, gracias a “Dios” no somos máquinas.

    Aunque a veces también dude que camino sería el adecuado para mejorar este mundo no podemos convertirnos en aquello que más detestamos.
    Por eso el Aikido me atrapó, representa un camino muy claro que ayuda en esos debates sobre justicia, fortaleza, moralidad o ética y como no las más filosóficas o espirituales que mantengo contra mi misma. Para mi vencer no es lo verdaderamente importante a veces siento que el saber atacar o defenderte solo es un efecto secundario de la practica de artes como ésta.

    "El verdadero guerrero es invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar la idea de disputa que albergamos en nuestra mente. Herir a un oponente es herirte a ti mismo. El Arte de la Paz es controlar la agresión sin producir daños." (O'Sensei Morihei Ueshiba)
    No hay camino para la paz porque la paz es el camino (Gandhi)

    Y al Cesar lo que es del Cesar, jeje un dictador que se ganó al pueblo comprándolo, mintiéndole y trepando a mi buen ver no es de fiar... aunque conquistase el mundo y obtuviese grandes logros de los cuales disfrutamos hoy.

    Y acabo porque si sigo este comentario será eterno.... lo siento pero me emociono leyendo cosas así.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. La única batalla que siempre se gana es aquella que no empieza. Hiciste lo correcto. Un beso, Aniki.

    ResponderEliminar
  4. Manuel, hiciste lo correcto. No provocaste la situación, fue el otro quien trató de provocarte. Sólo te defendiste y eso es lo correcto.

    Si alguien tiene que tener remordimientos es el tipo ese. Su conducta poco deseable no le llevará a ninguna buena parte. En cambio tú lo hiciste bien.

    Tratar de razonar con un borracho violento es un error. Hay que actuar. Si pasas de él, entonces te provocará, porque lo que busca es el enfrentamiento. La mejor solución es pararle los pies procurando no hacerle demasiado daño. Tú lo conseguiste porque te limitaste a defenderte.

    Así que, no te comas más la cabeza. Gente así hay por todas partes. Afortunadamente, no todos somos iguales. Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar