domingo, 26 de abril de 2009

Para avanzar camina más despacio.

Lo recuerdo bien.

Respiro profundamente y agarro el sable con firmeza, pero cierta soltura. Miro a los ojos a mi oponente, y espero su ataque.

Con un paso largo y contundente, se abalanza sobre mi con un ataque vertical.

Me desplazo en diagonal hacia un lado, golpeando sus dos brazos con un único ataque de espada, cambio el agarre de mi mano adelantada y sujeto el sable del revés.

Realizo un nuevo movimiento, girando para acabar al lado de mi oponente, mirando en su misma dirección, usando mi espada para dirigirle hacia donde quiero, haciendo palanca con la suya.

Ya sólo queda un último movimiento.

Sujeto su cara con mi mano izquierda para propulsarle, pero algo sale mal. No le agarro bien, aún así empujo pero no consigo desequilibrarle, y, como consecuencia, contraataca echando por tierra todo el esfuerzo hasta el momento, por muy bien que lo hubiera realizado desde el principio.

¿Qué ha pasado?

Estás intentándolo demasiado rápido. Prueba más lentamente, vacía la mente. Deja fluir las cosas, no las fuerces. Es la base del aikido. Si haces fuerza, no es la técnica que trato de enseñarte. No es el camino. Has realizado el ejercicio perfectamente hasta que has pensado que haciendo fuerza podrías terminarlo de la misma manera, y no es así. A partir de ahora no te abalances, deja que tu corazón guie tus movimientos y dominarás a técnica.

Si, maestro.

1 comentario:

  1. Muy buen comienzo. Creo que me pasaré por aqui, pero sólo de vez en cuando (cuando me aburra muchísimo y no tenga otra cosa que hacer :P)

    Me alegro de que seas uno más en la comunidad de bloggers :D

    Sea usted bienvenido, señorito =)

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