miércoles, 7 de abril de 2010

Efectos del alcohol sobre el deporte.

Siempre que finaliza un periodo de vacaciones me gusta escribir algún artículo que trate sobre nutrición, porque ya sabemos todos que es en estos momentos cuando más solemos descuadrarnos de nuestros entrenamientos y darle rienda suelta al cuerpo. En éste momento, vamos a hablar sobre los efectos del alcohol sobre el deporte.

Todos sabemos que el alcohol afecta al cuerpo de una determinada manera, y que su consumición abusiva no es saludable. Pero, ¿cuántos sabemos realmente qué efectos produce, sobretodo en nuestro rendimiento a la hora de entrenar? Si preguntamos a una persona cualquiera, seguramente nos diga que "mata neuronas", que "afecta al higado" o que "produce fatiga corporal" y desde luego el efecto del mareo, que aprovechan artes marciales como el Kung-Fu del estilo Borracho. Lo que no sabemos es que realmente nos perjudica mucho más.

Partimos desde la base de que las bebidas alcohólicas contienen una sustancia llamada etanol, que es el principal degradante del cuerpo. Esta sustancia, que afecta a nuestro sistema nervioso, en pequeñas cantidades nos provoca euforia e incluso un aumento de la fuerza, pero pronto deriva en un efecto depresivo que ralentiza nuestra coordinación y reflejos. Nuestro cuerpo es inteligente y procura deshechar esta sustancia, nociva para él.

Uno de los mitos de las noches de fiesta es que no importa cenar mucho o mal, porque como estaremos mucho tiempo en pie lo quemaremos todo. Esto es falso.

Si antes de consumir alcohol hemos ingerido alguna comida grasienta, esto puede inducirnos a un aumento de peso. ¿Por qué? La eliminación del etanol se vuelve prioritaria en nuestro organismo, incluso más que la de las grasas, ya que es un elemento nocivo que debe desaparecer. Ésta eliminación es muy lenta, y el etanol se transforma directamente en una fuente de energía. Es uno de los motivos por los que podemos aguantar más tiempo en pie.

Como ya comentamos en la última entrada sobre nutrición, lo que engorda no es el exceso de grasa, sino el exceso de calorías sin quemar al final del día. Si ingerimos demasiada cantidad de hidratos al final del día (que es el elemento que nos aporta la energía), al no ser usados en situaciones de esfuerzo físico, el reposo las transforma en grasas. Por tanto, el hecho de haber consumido una cena rica en hidratos o en grasas y después ingerir alcohol en altas cantidades (se considera alta cantidad a partir de dos copas), produce que no quememos esa energía aportada por la cena porque el cuerpo está librándose del etanol, sustituyéndolo como fuente de energía hasta que desaparezca.

Si a esto le añadimos que en la mayor parte de los casos el alcohol se mezcla con bebidas refrescantes y/o gaseosas, nos encontramos con que, además de la cena, debemos quemar las calorías que estas contengan, que aumentan con cada copa que tomemos. Mención especial a las bebidas gaseosas, cuya composición contribuye al malestar al día siguiente.

Para aquellos/as que necesiten mantener un control de peso en su deporte, esto es un obstáculo considerable. Y para aquellos/as que quieran guardar la línea, se van a encontrar con una noticia desagradable: El alcohol provoca que la grasa no se reparta bien por el cuerpo, produciendo una acumulación masiva en caderas, estómago y nalgas.

Si la noche de fiesta es inminente, ¿Cómo solucionarlo? Nos puede ayudar el cenar una comida rica en fibras y proteínas. Son fáciles de digerir y al día siguiente nos encontraremos mejor. No debemos olvidar que la ingesta de comida grasienta es contraproducente con la de alcohol. Si cenamos algo de ese estilo, al día siguiente lo más seguro es que tengamos el estómago revuelto.

Pero eso no es todo. El etanol aumenta la degradación de las proteínas, por lo que si no tenemos una dieta rica en las mismas, la consumición del alcohol se traduce en una pérdida de musculatura y fuerza.

Todos sabemos que antes, durante y después de la práctica deportiva hemos de estar bien hidratados, porque se pierden muchos líquidos durante sobreesfuerzos en el deporte. Una consumición excesiva de alcohol puede provocar efectos diuréticos. En un sólo entrenamiento que se dé esta situación es más complicado, ya que en cierta medida podemos regular el esfuerzo que realizamos. Pero, si nos encontramos en plena competición, esto se puede traducir en un cuadro de deshidratación. Por supuesto estos efectos antes mencionados tienen consecuencias, como pérdida de potasio, vitaminas y minerales necesarios para el organismo, muy nocivos de cara ya no sólo a nuestro desarrollo a nivel deportivo sino a nuestra salud.

Por eso, lo más recomendable si una noche de desenfreno es inminente es cenar adecuadamente (y por supuesto no comer otra vez a mitad de la noche, ya que el consumo suele generar hambre), procurar no pasar de las dos copas (si se puede no tomar alcohol, mejor), si hay que mezclar, que no tenga gas. Y, desde luego, abstenerse en vistas de competiciones o entrenamiento.

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